¡PARA SIEMPRE!
¿EN QUÉ DIRECCIÓN ESTÁS MIRANDO?
He conocido varios
matrimonios que, aunque quizás hicieron todo lo posible por conservar su
relación, no lo lograron.
Algunos ni siquiera
intentaron, fueron presa de la sociedad del “DESCARTE” y cuando se presentaron
las primeras dificultades, simplemente decidieron seguir cada uno por su lado
su propio camino. ¿En qué dirección estaban mirando?
Pareciera que cada día es
más difícil lograr que el matrimonio sea para siempre. Ciertamente que, con la
influencia mediática, la secularización y relativismo en el que vivimos es
imposible que el matrimonio sea para siempre. Y es que ahora ni siquiera se mira uno al otro, sino que se mira a sí
mismo.
De esa manera, aunque el
hombre o la mujer traten de conservar la unión, será imposible. Y cuando ambos dirigen su mirada hacia Jesús entonces hay esperanza, la situación puede
cambiar y el matrimonio puede ser ¡PARA SIEMPRE!
Jesús, fijando en ellos su mirada,
les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él
todo es posible». Mc 10, 27
Te comparto lo siguiente
solo para confirmar que cuando nuestra mirada esta puesta en el Señor, todo es
posible.
El
pueblo de Siroki-Brijeg en Herzegovina tiene una maravillosa distinción:
¡¡¡¡Nadie recuerda que haya existido un solo divorcio entre sus 30,000
habitantes!!!! ¡Tampoco se recuerda un solo caso de familia rota!
Los
habitantes croatas han mantenido su fe católica, soportando persecución a causa
de ella por siglos, primero a manos de los turcos y después de los comunistas.
Su fe está fuertemente arraigada en el conocimiento del poder salvador de la
cruz de Jesucristo.
Enorme cruz en plaza de
Siroki-Brijeg
En
Herzegovina la Cruz representa el amor más grande y el crucifijo es el tesoro
de la casa.
Según la
tradición croata, cuando una
pareja se prepara para casarse no les dicen que han
encontrado a la persona perfecta.
¡No! El
sacerdote les dice: "has
encontrado tu cruz". Es una cruz para amarla, para
llevarla contigo, una cruz que no se tira, sino que se atesora. Cuando los
novios entran a la iglesia el día de su boda, llevan el crucifijo con ellos. El
sacerdote bendice el crucifijo.
Cuando
llega el momento de intercambiar sus votos, la novia pone su mano derecha sobre
el crucifijo y el novio pone su mano sobre la de ella, de manera que las dos
manos están unidas a la cruz.
El
sacerdote cubre las manos de ellos con su estola mientras proclaman sus
promesas, según el rito de la Iglesia, de ser fieles el uno al otro, en las
alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, hasta la muerte.
Acto
seguido los novios no se
besan, sino que ambos besan la cruz. Los que contemplan el rito pueden
comprender que, si uno de los dos abandona al otro, abandona a Cristo en la
Cruz.
Después
de la ceremonia, los recién casados llevan el crucifijo a su hogar y lo ponen
en un lugar de honor. Será para siempre el punto de referencia y el lugar de
oración familiar. En tiempo de dificultad no van al abogado ni al psiquiatra,
sino que van juntos ante la cruz, en busca de la ayuda de Jesús. Se arrodillan
y abren sus corazones pidiendo perdón al Señor, tal vez lloran.
Enseñan
a sus hijos a besar la cruz cada día, y de no irse a dormir como los paganos
sin dar gracias primero a Jesús. Saben que Jesús los sostiene en sus brazos y
no hay nada que temer.
Publicado en Marian Observer por Sor Emmanuel con la
traducción del Padre Jordi Rivero.
Presentada en corazones.org
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